Como ya hemos visto, la función de los distintos medios transparentes del ojo es hacer que la imagen que queremos ver se forme en la retina, del mismo modo que en una cámara de fotos, la misión del objetivo es que la imagen a fotografiar se forme en la película. Si se forma delante o detrás, la foto saldrá borrosa.
Un ojo hipermetrope es aquel que, en reposo, forma las imágenes procedentes del infinito (desde unos 5 metros - igual que en las cámaras de fotos -) detrás de la retina. Por lo tanto la imágen que llega a la misma es borrosa, transmitiéndose de esa manera al cerebro.
¿Y que sucede cuando se mira un objeto cercano? Pues los rayos entran divergiendo en el ojo, o sea que la imágen se formará aún más lejos de la retina, y por tanto la visión será aún más borrosa.
CORRECCIÓN: Los rayos de luz que provienen el infinito (insisto, desde unos 5 metros) entran paralelos al ojo, y convergen (forman la imagen) después de la retina. Parece lógico pensar que si los rayos entrasen convergiendo, la imágen se formaría más cerca de la retina, o incluso en la misma retina. O sea se vería menos borroso, o incluso totalmente nítido. ¿Y cómo se consigue este hecho? Pues colocando una lente convergente ante el ojo.
CAUSAS, ¿por qué puede formarse la imágen antes de la retina, y no en su sitio?
Hay muchas causas. Las más habituales pueden ser: Una falta de longitud del ojo, o una falta de potencia de los medios transparentes del mismo (debido, por ejemplo a un cambio en la curvatura de la córnea, o a un cambio en el índice de refracción de alguno de éllos - a causa de algún transtorno metabólico, por ejemplo)
SÍNTOMAS Entonces, ¿podemos decir ya que un ojo hipermétrope ve mal de lejos y de cerca?
Pues no, aún no, y es que no es tan fácil. Ya vimos que el sistema visual es algo dinámico, y que existe la "acomodación" que permite enfocar de cerca variando el grosor (y por tanto la potencia) del cristalino. Como ya hemos visto, con el ojo en reposo, el hipermétrope forma la imágen de un punto del infinito en la retina. Si el cristalino aumentara su potencia (lo cual puede hacer mediante la acomodación), la imágen se formaría más cerca de la retina, o incluso en élla misma.
Por tanto, podemos concluir que un ojo hipermétrope puede ver nitidamente de lejos a costa, eso si, de un esfuerzo acomodativo extra. Si disponemos de mucha acomodación (como en el caso de un niño por ejemplo) y la cantidad de hipermetropía no es muy grande, ese esfuerzo ni siquiera lo notarímos. Si la cantidad de hipermetropía es grande y la acomodación de que disponemos también es mucha, veríamos bien, pero aparecerían molestias astenópicas, es decir, cansancio ocular, dolores de cabeza, irritaciones oculares, etc. Y si no disponemos ya de mucha acomodación (Esta disminuye con la edad, tal como estudiamos en otra parte de este Web), sencillamente no veríamos bien.
Pero eso no es todo. Ya sabemos que para ver de cerca es preciso poner en marcha la "acomodación", y por tanto realizar un esfuerzo. Si, además somos hipermétropes, el esfuerzo será aún mayor: para enfocar de cerca y para compensar la hipermetropía. Es por éllo por lo que las molestias de un hipermétrope aparecen antes de cerca que de lejos.
En resumidas cuentas, un hipermétrope puede llegar a ver bien de lejos y de cerca, ver bien de lejos y con molestias de cerca, ver con molestias de lejos y mal de cerca, o incluso no ver bien ni de lejos ni de cerca. Todo dependerá de la acomodación de que disponga (de su edad al fin y al cabo) y de la cantidad de hipermetropía que tenga.
EVOLUCIÓN. En general, un ojo sano y normal presenta una ligera hipermetropía, denominada hipermetropía fisiológica, que ni molesta ni precisa corrección.
Como es lógico pensar, en la niñez habitualmente existe hipermetropía (el ojo es pequeño y está creciendo), que se va reduciendo con el paso de tiempo al crecer el ojo, hasta estabilizarse aproximadamente a los siete u ocho años.
El tratamiento y corrección de la hipermetropía es algo relativamente complejo, y dependerá de muchos factores, como son la agudeza visual, la presencia de síntomas astenópicos, el tipo de ocupación, la edad, la presencia de estrabismo, o incluso la aparición de síntomas más vagos, como cefaleas, desgana en el trabajo, cansancio precoz al emprenderlo, picor, etc.
Y por supuesto, como en cualquier caso, un examen visual periódico a cargo de un profesional apropiado se hace absolutamente imprescindible desde una temprana edad.